Friday, October 26, 2012

Cuarto Cuadro: Reflexión Oscura

¿Alguna vez te has preguntado que pasaría si hubiera una persona que conoce todo lo que haz hecho? ¿La única persona en el mundo testigo de absolutamente todos tus actos? ¿Y si tuviera malas intenciones? ¿Que tal si no puedes detenerla? Son las preguntas que se discuten en el siguiente relato. ¡No te lo pierdas!


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Reflexión Oscura
Por: Oscar Rodríguez

“Nunca estoy solo, estoy contigo”- son mis palabras al llegar a su encuentro. Una suave luz entra por la ventana de la habitación, mientras yo cierro la puerta detrás de mí. Lo miro fijamente, sus ojos brillantes reflejan una mirada penetrante que me hiela la sangre.  “Estoy cansado, ¿Por qué me tratas así? Me has perseguido mi vida entera, en un implacable proyecto dedicado a quebrantarme el alma.”-  El me mira en silencio, dejando entrever los dientes. Antes de que él pueda sonreír, yo continuo “¿Es que acaso no compartes mi cansancio? ¿Te divierte verme sufrir así? ¿Burlándote diario de mí? ¿De lo que hago? ¿De lo que digo? ¿De lo que pienso? ¿Es que no sabes que me estas matando?”- Finalmente, sin despegar sus ojos de los míos, él sonríe. Y al verlo, no puedo evitar estremecer. Me aterra, y él lo sabe. 
Sin embargo, sé que esta atrapado. Ahí encerrado no hay nada que pueda hacer. Solo puede mirarme fijamente con esos ojos vidriosos a través de su prisión.  Suelta una risilla burlona y  me dice – “La muerte es inevitable”- me dice entre dientes sin perderme de vista – “Lo interesante es como llevarte ahí”. Mi rostro no puede contener el sobresalto. El continúa – “Lo sabes bien. Un día seré libre. Y tu vida será mía.”  Yo recobro la compostura y tomo valor para responder.

-“No puedes hacer nada. Estas atrapado”
-“Hasta que me dejes salir…”- me contesta en un susurro. –“Abre la puerta.”

Siento frio en mis entrañas, y la sangre huye de mi rostro. Mi adquirida palidez es semejante a la que cubre su piel. Miro hacia el suelo mientras él continua: - “Lo haz hecho antes. Lo harás otra vez.” Él me ha perseguido todos estos años como una sombra. Oscuro, cauteloso, silencioso. Es verdad, lo he dejado escapar. Y cada vez que lo hace no hace mas que mortificarme, hace sufrir a los que alcanza, a los que amo. Y al terminar reclama para si, un pedazo de mi alma.

Lo miro de nuevo, saboreando mis inquietudes, y  me dice con un tono indiferente-“Hemos causado tanto dolor, ¿no es así?” Los recuerdos inundan mi cabeza. Tantas lagrimas, tanto sufrimiento que me ha dejado en la soledad. Yo le contesto -“Has sido tu. Siempre has sido tu.”

-“¡NOSOTROS!”- Me dice en un grito alegre. –“¿Qué crees que no te conozco? He sido testigo de tus actos completos. Todas sus consecuencias tienen mi firma. Pero fuiste tu quien abrió la puerta.” 

Y entonces le respondo  –“Fue un error.”-“No fue solo uno.”- me interrumpe levantando la ceja. Entonces me justifico angustiado diciendo -“Los he enmendado… pedí perdón”- y mi tono se intensifica -“¿Es que todo eso no significa nada?” -  “Nada”- Me contesta brevemente – “No significa nada.” Me observa detenidamente y me dice jovial y amenazador –“¡Mírate! En el fondo eres un monstruo. ¡Deja de preocuparte! Es parte de nuestra naturaleza. Igual que yo, igual que todos. Todos tienen una sombra. Por eso sigues abriendo la puerta… ¿Por qué no lo aceptas?”

-“¡Déjame en paz!”- le grito tirándome al suelo. Pero no se calla, y lo escucho lanzar su amenaza.
- “No puedes librarte de mí. Yo lo recuerdo todo, querido amigo. Todo lo que has oído, yo lo he oído, todo lo que has pensado, lo he sentido. ¿Cuándo te vas a dar cuenta de quien soy en realidad?”
- “Yo se quien eres”- le replico desde el suelo. 
- “Oh ¿en serio?”- me dice sonriendo – “Si lo sabes… ¿Por qué reniegas? ¿Por qué no abres la puerta y me dejas salir de una vez? No puedes contenerme para siempre.” – Yo lo escucho claramente. Sin clemencia, sus palabras hacen eco en mi cabeza. 
-“Cada palabra hiriente que haz dicho…”
-“Silencio”- le digo.
-“Cada momento de odio que has tenido…”
-“Por favor.”- le replico.
-“Cada resentimiento, cada perverso pensamiento. ¡Tu abriste la puerta!”
-“¡BASTA!”- le grito.

Ya no puedo más. Me levanto del suelo y, derrotado, le vuelvo a mirar. –“Un día no podrás contenerte, te romperás y me dejaras salir. Tu vida será mía.”

Lo miro fijamente y por fin reconozco su rostro. No le digo nada más. “Seré fuerte” pienso decidido.
Me doy la vuelta y me dirijo a la puerta. Pero sé que se esta burlando. Detrás de mi, el abre la puerta. Yo abro la puerta. Nunca estoy solo, estoy conmigo.
Me retiro del espejo. 

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No eres tu, soy yo.
Solamente un reflejo...

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